La principal ventaja de los coches inteligentes, debido a que están permanentemente conectados a sistemas IoT, es la seguridad a través de sensores y todo tipo de sistemas predictivos de seguridad. Mientras aún siga siendo necesario, o posible, ser conducidos por humanos, el límite de la seguridad en la circulación está en evitar los accidentes causados por éstos. Y en este caso, hablamos de accidentes coronarios también.
Hay que tener en cuenta que un ataque cardiaco sobrevenido en un conductor representa un riesgo para él, los ocupantes y el resto de vehículos o peatones en su trayectoria.
Toyota, en colaboración con el doctor de la Universidad de Michigan Kayvan Najarian, investigaron en las estadísticas de accidentes de tráfico causados por algún tipo de problema cardiaco y comprobaron inmediatamente que detrás de muchos incidentes se encontraba un evento cardiovascular como infarto o isquemia. Especialmente en mayores de 65 años. Con la vista puesta en el futuro inmediato, y el envejecimiento de la población, las cifras eran como para tenerlas en cuenta a la hora de conseguir vehículos más seguros.
Una beca de Toyota para mejorar la seguridad de sus coches
El investigador, también profesor de medicina de urgencias y medicina computacional y bioinformática, aceptó el reto del fabricante para buscar soluciones en sus vehículos. Mediante una beca, Najarian y su equipo de investigación, trabajaron en desarrollar un sistema de monitorización fisiológica del conductor, integrado en el vehículo.
«El estudio llevó cerca de siete meses, y se identificaron los retos, soluciones potenciales, opciones de hardware y enfoques algorítmicos que podrían utilizarse potencialmente,» dijo Najarian. “Llegamos a la conclusión de que los eventos cardíacos eran las condiciones más factibles de detectar con la tecnología en el vehículo.»
Najarian y el equipo quieren crear un sistema que podría ser colocado en el vehículo para monitorear y predecir un evento cardíaco adverso, probando el hardware que habían identificado previamente, y mejorando y validando las soluciones algorítmicas. Así verían lo que se necesita para generar un sistema capaz de observar la fisiología de una persona, proporcionada por mediciones de electrocardiograma de alta densidad (ECG), así como otras medidas médicas. El objetivo marcado es predecir la aparición de eventos cardíacos en tiempo real.
Dispositivos desarrollados específicamente para coches
Los principales obstáculos ya han sido identificados en el proyecto. Por ejemplo, sería necesario un dispositivo ECG de máxima precisión para no verse engañado por los ruidos y vibraciones del motor. Y este debe ser diferente al que se utiliza en entornos clínicos para no resultar pesado y molesto al conductor.
Un desafío para las aplicaciones en vehículos es tener un sistema que pueda detectar pequeños cambios en el ritmo cardíaco, pero también pueda separar el ruido y el movimiento que ocurre en el interior del vehículo. En una UCI hay todo tipo de mecanismos para asegurar que los monitores no están experimentando interferencias electrónicas. Eso no es tan fácil dentro de un vehículo y van a necesitar algoritmos robustos y avanzados.
De momento, el equipo de investigación iniciará la recolección de datos fisiológicos del controlador utilizando monitores cardíacos aprobados por la FDA. Tales monitores son parches colocados sobre el pecho del conductor que analizan los datos fisiológicos en tiempo real. Con esos datos, validarán opciones de hardware y algoritmos que se puedan instalar en vehículos de serie, lo que esperan poder hacer en 2020.
Volkswagen Emergency Assist toma el control
Mientras llega la posibilidad de monitorizar las constantes vitales, otro fabricante como Volkswagen ha incorporado a su gama alta un sistema capaz de reaccionar una vez que el ataque cardiaco se ha producido ya. En realidad, Emergency Assist lo que detecta es que el conductor ha dejado de reaccionar a los mandos o al estado de la carretera. En ese caso, comienza una serie de maniobras autónomas para comprobar primero si estás atento o no, y en caso de que no reciba respuesta, dispara las señales de emergencia luminosas, redice la velocidad y en cuanto es posible, aparca solo en el arcén.