Avanzamos hacia una simbiosis entre máquinas y personas que más allá de los aspectos físicos y biológicos que nos conviertan en cyborgs gracias a wereables de todo tipo, permita una optimización de nuestro cerebro en dos direcciones. Por un lado, dejando que las máquinas se comuniquen entre sí en protocolos M2M y desarrollando una Inteligencia Artificial que les dote de autonomía, y por otro ayudando de forma colectiva, como humanos, a que ese proceso computacional sea más efectivo con nuestras aportaciones, incluso de forma natural e inconsciente, gracias al Big Data.
Sin embargo, hay situaciones en las que las máquinas no pueden tomar decisiones que se aparten de patrones, y necesitan ese componente creativo, incluso intuitivo, de las personas, con lo que al mismo tiempo, la máquina sigue aprendiendo. A eso lo llamamos Computación Humana (Human Computation).
El ejemplo más conocido es el reCAPTCHA, un widget para webs utilizado por cerca de 100 millones de personas todos los días cuando han de transcribir el texto distorsionado en una caja para demostrar que son humanos con el fin de acceder a los contenidos en línea.
Lo que aparece en pantalla, para ser reconocido por el usuario humano, es un fragmento de documentos históricos antiguos imposibles de reconocer por un software OCR. Este acto de transcribir colecciones de documentos ha ayudado a los esfuerzos de digitalizar 13 millones de artículos de los archivos del New York Times.
Pero los beneficios de la Computación Humana podrían ir mucho más allá y, como explican los investigadores del Human Computation Institute (HCI) y la Cornell University en un trabajo publicado en el número de enero 2016 en la revista Science, con el título «The power of the crowds»
Pietro Michelucci y Janis L. Dickinson explican que la inteligencia humana y computacional combinada, podrían solucionar los problemas realmente graves de la humanidad.
Los seres humanos superan a las máquinas en muchas cosas, que van desde el reconocimiento de patrones visuales a la abstracción creativa. Y con la ayuda de ordenadores, estas habilidades cognitivas se pueden combinar de manera efectiva en redes de colaboración multidimensionales que logren lo que la resolución de problemas tradicional no puede, según los autores.
La mayoría de los sistemas Human Computation actuales se basan en «microtasking», esto es, el envío de «micro-tareas» para muchas personas y luego unir los resultados. Por ejemplo, 165.000 voluntarios en EyeWire han analizado miles de imágenes en línea para ayudar a construir un mapa más completo de las neuronas de la retina humana.
«El Microtasking se adapta bien a los problemas que se pueden abordar aplicando repetidamente el mismo proceso simple para cada parte de un conjunto de datos más grande, como uniendo las fotografías aportadas por los residentes para decidir dónde dejar agua durante un incendio forestal», señalan los autores.
Pero este enfoque microtasking solo no puede hacer frente a los grandes retos a los que nos enfrentamos hoy en día, dicen los autores. «Se necesita un enfoque radicalmente nuevo para resolver» problemas perversos » —los que implican muchos sistemas interactuantes— «que están en constante cambio, y cuyas soluciones tienen consecuencias imprevistas, como el cambio climático, las enfermedades y los conflictos geopolíticos, que son dinámicos, implican múltiples sistemas de interacción, y tienen efectos secundarios no evidentes, como la explotación política de una crisis pandémica «.
Los autores dicen que las nuevas tecnologías de computación humana pueden ayudar a crear entornos de colaboración flexibles. Técnicas recientes proporcionan acceso en tiempo real a los datos aportados por la multitud de usuarios —the crowd—, donde las contribuciones individuales pueden ser procesadas por una computadora y enviadas a la siguiente persona para la mejora o un tipo de análisis diferente.
Esta idea ya está tomando forma en varios proyectos como WeCureAlz.com, que acelera la investigación de enfermedades de Alzheimer mediante la combinación de dos sistemas microtasking exitosos en un canal analítico interactivo que construye modelos de flujo sanguíneo del cerebro de los ratones. O el sistema de Stardust@home, que se utilizó para buscar polvo de cometa en un millón de imágenes de aerogel y ahora está siendo adaptado para identificar vasos sanguíneos estancados, que luego se extrapolaron en el cerebro por una versión modificada del sistema EyeWire. «Al permitir al público en general jugar un juego on line simple, esperamos reducir el tiempo para descubrir un tratamiento de décadas a tan sólo unos años», dice el director HCI y autor principal, Pietro Michelucci, PhD.
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…Y cómo la inteligencia individual puede hacer avanzar la tecnología aún más rápido.
Pero si la suma de las inteligencias de muchos pueden potenciar los avances que de otra forma tardarían décadas, a veces hay mentes inquietas que pueden hacer ir más allá de lo esperado a cualquier dispositivo. Los hackers, cuyo nombre está asociado a usos perversos de la tecnología, pueden también poner su talento y su capacidad para superar las barreras predeterminadas de una tecnología para nuevos usos.
Pablos Holman, en una entrevista concedida a One afirma que «Todos los días aparecen nuevos problemas y surgen nuevas tecnologías. Sólo tenemos que encajarlas para ver cómo podemos mejorar el mundo para que la mayoría de las personas puedan evolucionar». Holman, uno de los mejores hackers del mundo definido por los periódicos suecos como «un delincuente con carisma» trabaja para el Intellectual Ventures Laboratory en áreas tan aparentemente dispersas y sin embargo potenciales de ser combinadas para lograr mejores resultados como la fotónica, nenotecnología, la metalúrgica o la biología. Para él, cada descubrimiento científico, cada chip, cada nuevo sensor, cada algoritmo que el ser humano inventa, nos da una oportunidad de imaginar todo lo que ha avanzado la humanidad. «Y ese el trabajo de un inventor» —explica— «Coger todos los superpoderes que te ha dado la tecnología y juntarlos con los problemas que hay en el mundo para ver si se pueden solucionar»
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Fuente: Kurzweil