Para los expertos ha llegado el momento de reescribir los códigos de la circulación y hasta de replantearse la señalización vial. Para empezar por un ejemplo muy claro, cuando el coche no tiene conductor ¿a quién hay que ponerle la multa? ¿Cómo le quitamos puntos a la Inteligencia Artificial? Con la misma lógica, hay que replantearse cómo funcionará un semáforo o si los intermitentes serán obligatorios en un sistema de tráfico en el que los coches hablen entre sí y se avisen de sus maniobras vía app, o sean coordinados desde un sistema central de la smart city.

Imagen: U.S. Department of Transportation
Vehículos autónomos y, por tanto, responsables
Mientras convivan vehículos que sean conducidos por personas con otros robotizados, parece que serán los coches autónomos quienes tendrán que adaptarse al tráfico “orgánico” e impredecible, a expensas de las decisiones que un humano tome en cada momento, incluso cuando éstas sean ilógicas o respondan a factores como la conducción temeraria o los efectos de sustancias tóxicas. Sin embrago, las infraestructuras sí que deberán ir adaptándose progresivamente a la realidad de un número cada vez mayor de vehículos que no estarán pendientes de las señales de tráfico o las indicaciones de los agentes sino de lo que su navegador conectado al Big Data de la ciudad le indique.

Imagen: U.S. Department of Transportation
Las Universidades investigan el futuro del tráfico
La Universidad de Alabama en Birmingham está estudiando los cambios en la planificación del tráfico que las autoridades deberán tener en cuenta con la realidad de factores como Uber. Para ellos, los coches sin conductor, en lugar de reducir el tráfico por el menor número de vehículos en propiedad, puede acabar en todo lo contrario, si miles de personas que ahora usan transporte público o no viajan, lo empiezan a hacer en estos coches. Desde personas sin licencia a jubilados que ya no quieren conducir sus propios coches o ya no disponían de él. Un escenario más de los que se baraja con la nueva visión de la automoción.
«No tenemos las respuestas a estas preguntas ahora, pero son muy importantes para todos, desde los fabricantes a los organismos de planificación del gobierno», dice Sisiopiku, que dirige el Laboratorio de Ingeniería y Desarrollo de Transporte (Trendlab) en la Facultad de Ingeniería de la UAB.
El primer estudio que están realizando en la UAB se centra en la influencia de la tecnología en la demanda de viajes y el comportamiento en los casos en los que se puede elegir solicitar un viaje compartido o usar un coche autónomo en lugar de conducir. ¿Hará que poco a poco se dejen de obtener licencias de conductor por resultar innecesarias? La respuesta están seguros de que varía en función de la demografía y los grupos de edad, siendo los jóvenes los más propensos a este tipo de alternativa. El equipo Trendlab recogerá los datos a través de encuestas y focus groups con personas de un amplio rango de edades. A continuación, se van a crear simulaciones por ordenador de tráfico del área sobre la base de una serie de resultados diferentes. «El modelo de simulación se utiliza para cuantificar la congestión y la demanda de viajes, así como realizar análisis de sensibilidad para varias tasas de penetración de mercado de las plataformas de automóviles y viajes compartidos” —dice Sisiopiku, responsable del estudio— «Vamos a modelizar, por ejemplo, un cambio del 10 por ciento de viajes y su impacto en los niveles de congestión, y luego probaremos con un 20 por ciento y otros valores. Se dará a los legisladores una buena indicación de lo que se puede esperar en redes en las plataformas de coche/viajes compartidos, que es nuestro objetivo final: dar a los tomadores de decisiones las herramientas que necesitan «.

Imagen: U.S. Department of Transportation. An interactive model of traffic on Birmingham’s often-congested Highway 280. Computer simulations such as these will help TRENDLab researchers model the results of future technologies on realistic roadways.
¿Serán capaces los coches inteligentes de evitar los atascos?
Según los investigadores, incluso si una flota de Ubers inunda las carreteras alrededor de Birmingham, la congestión del tráfico no va a desaparecer. Pero si los coches se pueden comunicar entre sí y con la infraestructura de tráfico que les rodea, podrían ofrecer una nueva forma de suavizar el flujo de tráfico. «Por lo general, recogemos los datos de tráfico de los sensores en el pavimento y cámaras para medir el rendimiento del sistema de transporte» —dice Sisiopiku— «Pero ahora tenemos la posibilidad de recoger una gran cantidad de datos de los vehículos. Eso es bueno, pero también trae grandes desafíos. Así que estamos trabajando en nuevas medidas de rendimiento que combinan datos de los métodos tradicionales y las nuevas tecnologías. Estos avances mejorará la política de toma de decisiones, optimizar las operaciones y mejorar los resultados
Para Sisiopiku, estamos entrando en una nueva era de transporte y tenemos que replantear nuestras teorías existentes de flujo de tráfico para que reflejen las realidades del mañana:
«Creo que en los próximos 10 años tendremos que reconsiderar la forma en que enseñamos ingeniería de transporte también.»
Fuente: UAB