La posibilidad de aplicar sensores a más fases del trabajo en las explotaciones agroalimentarias y la capacidad de proceso en la nube del Big Data generado por todo ese Internet de las Cosas hará despegar la granja digital con la llegada del 5G.
No solo aumentará la eficiencia en la productividad de cultivos y ganado sino que permitirá una mejora sustancial en las condiciones de trabajo de los agricultores y ganaderos.
Con la transformación digital del sector agropecuario ganamos todos, incluyendo el medioambiente con la utilización más racional de los recursos naturales.
Como explica Rafael Daniel en su reportaje para El Economista —La Granja Digital también llega a las «telecos»— , el principal cambio de paradigma es pasar del “qué hay en el mercado que me pueda servir al qué necesito para que me lo puedan desarrollar”. Ese nuevo concepto dará lugar a lo que se conoce como Granja 4.0 y que está impulsado por las teleco y su creación de ecosistemas de innovación.
Ahora, empresas como Vodafone no se limitan a desplegar la infraestructura de red sino que participan con sus clientes en el desarrollo de aplicaciones prácticas. Como explica en el citado artículo Daniel Manzano “Si tú eres el enlace entre todos los elementos de conectividad que puedes dar a una empresa -desde la sensórica que tienen en sus instalaciones a la de campo o el tracking de activos mediante tecnología IoT– y te metes como participante para desarrollar todas esas capacidades podemos diseñar mejor las soluciones para nuestros clientes y ellos son los que van a tirar de tu propia red. En esa cercanía es donde estableces las relaciones a largo plazo”.
De la granja al workshop
Trabajando con un grupo inicial de clientes del sector agroalimentario en talleres de innovación, se extraen las necesidades y deseos de los gestores de las explotaciones y posteriormente las soluciones que se desarrollan son ofrecidas al resto del sector. Es una metodología de Open Innovation que repercute en la mejora de todos los actores de la industria.
“Con los retos que plantea cada uno podemos trabajar de manera particular para por ejemplo ayudarles a ser más eficientes en el campo con la utilización de imágenes por satélites o drones con tecnología 5G o la recogida de la producción con la visión artificial”, explica Manzano.
Se trata de plantearles un proyecto que aborden de manera conjunta y todos se beneficien de algún tipo de plataforma común y tengan más fuerza a la hora de gestionar. Por ejemplo, en el terreno de la Inteligencia Artificial y el Big Data, Vodafone participa en el proyecto “Sensing4Farming” desarrollado en colaboración con Qampo y DigitalGlobe. Se trata de una red de sensores en los cultivos combinados con imágenes de satélite multiespectrales de alta resolución capturadas durante todo el ciclo vegetativo de la cosecha. Esta combinación permite medir factores ambientales claves como la humedad, la temperatura, la conductividad del suelo y la absorción de agua, así como el vigor y la salud de las propias vides. La iniciativa ya funciona en los viñedos de Bodegas Emilio Moro.
Sensórica NB-IoT para el proceso agrícola más eficiente
La conectividad NB-IoT permite múltiples dispositivos conectados con muy poco consumo energético, que posibilita utilizar baterías de larga duración o pequeños paneles solares de muy baja potencia. Además de facilitar la instalación y mantenimiento es más sostenible y reduce costes, uno de los puntos fuertes de la solución ‘Sensing4Farming’, que también incluyen reducción de costes en la producción debido al consumo reducido de agua, fertilizantes y energía; aumento de la cantidad y calidad de la producción al permitir una aplicación más selectiva de los tratamientos; y un menor impacto ambiental debido al uso reducido de fertilizantes.
Como explica Daniel Manzano en el artículo, “la optimización de los procesos productivos no sólo mejora el servicio al cliente, sino que permite una mejor gestión de la fuerza de trabajo. A la vez que hacen que el proceso sea más eficiente permiten que el trabajador esté más cómodo, una de las principales peticiones que nos hacen”.
Fuente: El Economista