Todo en el mundo empresarial está enfocado a la creación de un negocio que tenga por tanto su ciclo de vida. La Innovación no es un modelo de negocio en sí mismo, aunque sea la base de muchos de ellos. Por tanto, es necesario comprender las fases que hay que recorrer para convertir un nuevo enfoque industrial o empresarial en un producto comercializable. Para la experta Nina Simosko del NTT Institute este proceso consta de cuatro pasos: Innovación Abierta, I+D Aplicada, Desarrollo de Producto y Plataforma y Comercialización.
En cada una de esas etapas, la suma de los diferentes implicados y los propios desarrollos pueden dar lugar a nuevas ideas aún más grandes.
El principio: Open Innovation
Henry Chesburg, profesor de la Universidad de Berkley, animaba a compartir el riesgo y los beneficios de la investigación más allá de los límites de cada laboratorio con el convencimiento de que “Nadie tiene el monopolio del conocimiento y cuando éste existe no solo en las empresas sino en los individuos particulares o las organizaciones sin ánimo de lucro, compartirlo genera productos y servicios útiles”.
La primera fase, propone Simosko, requiere de este espíritu abierto buscando abrirse al exterior y dispuesto a la sorpresa. Algunas de las consideraciones y retos de esta fase, son descubrir la idea, identificar los recursos y prototipos iniciales. Definir los criterios en la toma de decisiones, identificar socios clave y asignar el papel de la empresa en cuanto a inversión e infraestructura.
Segundo paso: Aplicar la I+D
Es importante obtener feedback de los usuarios a partir de los primeros prototipos así como de los socios elegidos para crearlos. Es necesario un partner que tenga la misma ambición y paciencia para aportar su colaboración en el proceso de innovación. El flujo de información entre todos los implicados es vital. En esta fase, los retos son definir la destreza de la empresa, el libre acceso a la información entre partes, la divergencia de competencias que converja en la tecnología o el objetivo, y los criterios para seguir avanzando como la Propiedad Industrial o las patentes.
Lo siguiente: el producto y su plataforma
Si las fases previas permiten definirse como exitosas y suponer una oportunidad escalable, veremos que la “lista de invitados” estará creciendo. Es el momento de empezar a hacer tangible eso que llamamos Innovación.
«Implementar o morir … Hay que conseguir las cosas en el mundo real para que cuente de verdad.» – Joi Ito, director del MIT Media Lab
Los contactos y socios comerciales o tecnológicos que hayamos sido capaces de ir acumulando resultan ahora fundamentales. Sería raro que una sola empresa pueda desarrollar algo realmente innovador por sí sola. Es aquí cuando el mayor reto consiste en asegurar los colaboradores adecuados en las áreas tecnológicas, logísticas o comerciales. Se trata de un momento crítico en el que hay que valorar las posibilidades reales de escalar el prototipo, encontrar los argumentos de venta y los distintos paquetes de comercialización.
La meta: lanzamiento de ventas
Aquí es cuando las ideas ambiciosas se convierten en realidad y han de superar tres aspectos: viabilidad inicial, venta y crecimiento. El primero de ellos debería estar garantizado por el equipo de I+D que participó en los prototipos y ensayos, mientras que los dos restantes requieren de nuevos socios expertos. Los equipos resultantes deben ser capaces de mantener la mente abierta a la evolución de un producto novedoso a la espera de ver cómo reacciona el mercado. Los retos finales del ciclo de vida de una innovación consisten en identificar el impacto del producto en los clientes, responder a las objeciones, monitorizar la competencia y mantener la confianza de los nuevos públicos. Pero sobre todo, ser capaces de medir el éxito o el fracaso más allá de lo buena que fuera la idea inicial.
Fuente: Open Innovation Community